El mensaje y el mensajero
- Sebas Morales
- 30 jun 2019
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 18 jul 2022
Imperfectos intentos de falsos mensajes perfectos,
que encajen en la algarabía de mi cuaderno predilecto,
sin la lástima de afuera porque el mundo no es paterno,
busco un mensaje interno que inspire abrazos eternos,
y que alivie mi corazón con un sentimiento materno.
Las garras del dolor empiezan,
explosiones subconscientes en mi cabeza,
pulsaciones entre euforias y tristezas,
porque la vida es una fiera que maltrata a la fuerza,
que da impotencias y frustraciones
que a mi mente regresan,
que a mi alma agrietan,
que a mis tripas aprietan.
Lamentos sórdidos expresados en la nada,
degollados en los ríos naufragados en mi almohada,
en la soledad temple de una calma mal clavada,
desilusión con las fantasías y cuentos de hadas.
No me inmuto si se paran los segundos,
si para de rotar y se aquieta mi mundo,
la idea no es inquietarme, ni excitarme,
es buscar el mensaje arcano y profundo,
prisionero de mi inconsciente como vagabundo.
Estas son expresiones que comparto alguna alma gemela,
aunque vallan sin rumbo como tren iracundo de centellas.
Solo busco encontrar placer más allá de mi ser,
al hacer el amor entre estas hojas de papel,
en este mundo incomprensible de Babel,
de esquelas turbias enterradas en su propia piel.
No importa si sufro la caída, aprenderé en esta vida,
si las esperanzas están perdidas, encontraré la salida.
Si me esfuerzo encontraré ideas perdidas,
porque alcanzarse a uno mismo, vale la pena la fatiga.
Para el mensajero y su mensaje;
la misión esta unida,
la armonía decidida,
y su catarsis concluida.
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